Teoría de Platon

TEMA. PLATÓN. Teoría.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Platón nació entre los años 428 a.C y 427 a.C. en el seno de una familia aristocrática. Si bien nunca dejó de preocuparse por las cuestiones políticas, el encuentro y el trato con Sócrates orientaron su interés hacia la filosofía. Tras la muerte de éste, realizó varios viajes y se propuso llevar a cabo sus proyectos políticos en Sicilia. Después de fracasar en su intento, regresó a Atenas y en el año 387 a. C. fundó su escuela: la Academia. Aunque volvió a intentar dos veces más la realización de sus ideales políticos en la corte siciliana, no abandonó nunca su dedicación a la enseñanza y a la escritura. Murió en el año 347 a.C.

 

Las obras de Platón son diálogos escritos en diferentes épocas de su vida que no presentan su pensamiento de un modo sistemático y definitivo, sino que expresan con gran belleza literaria el movimiento de su permanente reflexión. Aparte del problema de determinar la autenticidad de        algunos de          ellos, se encuentra también la dificultad para ordenarlos cronológicamente y discernir cuáles son las tesis propiamente platónicas. Con todo, aunque no haya un completo acuerdo entre los filólogos, se suelen agrupar según las sucesivas etapas de la filosofía platónica.

 

En primer lugar, se encuentran los diálogos socráticos, entre los que quizás haya que destacar Apología de Sócrates y Protágoras. Tras algunos diálogos de transición y de discusión con los sofistas, como, Gorgias y Menón, se consideran diálogos de madurez Fedón, Fedro, Banquete y su diálogo quizás más importante: República. Posteriormente, ya en su senectud, Platón escribió obras en las que sometió a crítica sus propias teorías (Teeteto, Sofista, Parménides, Político entre otros) e investigó nuevas posibilidades cada vez más próximas al pitagorismo (Filebo, Timeo, Leyes, etc.)

 

 

1. METAFÍSICA, TEORÍA DEL CONOCIMIENTO Y COSMOLOGÍA

 

A. METAFÍSICA / ONTOLOGÍA

 

 

1.1. El mundo sensible y el mundo inteligible

 

Cuando se juzga que una determinada acción es, por ejemplo, justa o buena, se predica de un acto concreto y singular una propiedad universal que tienen todas las acciones de las que se dice con verdad que son justas o buenas. Así pues, parece que, por un lado, existen individuos o seres singulares, y, por otro, propiedades universales. Si no fuera así, no se entendería en qué sentido un juicio o proposición, cuyo predicado es forzosamente un concepto universal, puede ser verdadero o falso, pues, en el fondo, éste último no se referiría a realidad alguna. Además, no habría razón alguna para calificar como buenas a diversas acciones si no tuvieran algo en común, ya que en cada caso bueno significaría algo distinto. Por otra parte, parece que, aunque dos individuos sean iguales, no lo son de manera perfecta. Sin embargo, para poder saber que algo es más o menos igual a otra cosa, tiene que existir la igualdad absoluta con la que comparar las relaciones de igualdad

 

 imperfectas.

 

Por estas razones, Platón divide la realidad en un mundo sensible y un mundo inteligible. Mientras que el primero se compone de seres particulares sometidos al cambio que pueden percibirse mediante los sentidos, al segundo pertenecen realidades universales e inmutables que no se pueden captar mediante el conocimiento sensible. Estas entidades —por ejemplo, lo justo en sí, el ser justo o simplemente la justicia— son las Ideas o las Formas, que, según Platón, son la auténtica realidad y el objeto del verdadero conocimiento.

 

1.2. La teoría de las Ideas o las Formas

 

Las Ideas o Formas no son conceptos mentales relativos al sujeto, sino realidades universales, absolutas y objetivas que existen por sí mismas con independencia de los seres sensibles, como si habitasen en un «lugar supraceleste». Las Ideas son inmutables, eternas, simples e idénticas a sí mismas. Además,  no se pueden percibir mediante los sentidos, sino que sólo se pueden conocer mediante el entendimiento. Por                               último, el mundo de las Ideas se encuentra organizado jerárquicamente, siendo la Idea suprema la Idea de Bien, causa de todo lo bueno que hay en las cosas y también del conocimiento del mundo inteligible.

 

Por el contrario, las cosas que pertenecen al mundo sensible son singulares, temporales, engendradas, perecederas y se encuentran sometidas a un continuo devenir. Sin embargo, a pesar de la enorme diferencia entre ellas y las Ideas, Platón afirma que los seres sensibles son imágenes, iconos o copias imperfectas de las Ideas, porque las imitan y participan de ellas. Las Formas son, pues, como los ideales, arquetipos o paradigmas de los seres singulares y sensibles, los cuales, para ser lo que son, tienen que participar de algún modo de las Ideas. Dicho de otro modo, éstas tienen que estar enteramente presentes en todos y cada uno de los individuos, que son lo que son gracias a ellas.

 

1.3. El origen del mundo sensible. La Cosmología platónica.

 

Así, en la explicación del origen del mundo sensible que ofrece en el Timeo, Platón recurre a la acción de un Demiurgo o Artesano que ordena —pero no crea— un elemento primigenio, amorfo y caótico (el espacio o «receptáculo») tomando como modelos o «paradigmas» a las Ideas. Con ello Platón quiere dar a entender que éstas son la causa de todo cuanto en el mundo sensible hay de orden y racionalidad. En cambio, la imperfección que existe en el universo se debe a que la «materia» modelada según las Formas impide que los seres sensibles alcancen la perfección de sus modelos aunque tiendan incesantemente a ella. Precisamente por esta imperfección el mundo sensible está perpetuo cambio, mientras que el mundo inteligible es eterno y permanece inmutable. El primero es, tal como lo representa Platón, como un enorme ser animado por el Alma del cuerpo del mundo fabricada por el Demiurgo.

 

B. EPISTEMOLOGÍA O GNOSEOLOGÍA

 

1.4. El conocimiento no se reduce a la sensación

 

La teoría de las Ideas se encuentra estrechamente unida la explicación que Platón ofrece del conocimiento. Sólo de aquello que es estable o inmutable puede haber ciencia o auténtico conocimiento, ya que acerca de lo que cambia constantemente no se puede saber qué es, es decir, no es posible dar una definición universal y necesaria de ello. Como los objetos sensibles se encuentran sometidos al devenir, el conocimiento no puede reducirse a la sensación. Así que los objetos del verdadero conocimiento son las esencias universales e inmutables, es decir, las Ideas.

 

 Por otra parte, Platón muestra en su diálogo Teeteto que incluso la más sencilla percepción viene acompañada por el conocimiento de realidades como el ser, la unidad o la diferencia, que en ningún caso son objeto de la sensación, sino que, por así decirlo, el alma extrae de sí misma o conoce por medio de la inteligencia o el pensamiento.

 

1.5. Los grados de conocimiento: opinión y ciencia

 

Platón considera que hay dos grados fundamentales de conocimiento: la opinión (doxa) y la ciencia y (episteme), el conocimiento sensible y el conocimiento intelectual. La opinión tiene como objeto los seres sensibles y particulares; en cambio, la ciencia versa sobre las Ideas de las que aquellos son meras copias. Sólo la ciencia es conocimiento objetivo, universal, necesario, infalible y, como se dice en el Menón, fundado en razones. En su diálogo República, Platón sostiene que, así como la opinión se divide a su vez en imaginación (eikasía) y creencia o conjetura (pistis), la ciencia posee también dos grados: pensamiento discursivo (dianoia) e intelección (noesis). La imaginación tiene como objeto las imágenes de las cosas sensibles, la creencia trata sobre los propios seres sensibles, el pensamiento discursivo se refiere a los objetos matemáticos apoyándose en figuras e hipótesis, y la intelección es el conocimiento intuitivo de las Ideas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.6. La teoría de la reminiscencia

 

Para explicar el conocimiento de las Ideas, Platón propone su teoría de la anámnesis o reminiscencia, según la cual conocer es recordar. En los diálogos Menón y Fedón, expone que, al unirse con el cuerpo, el alma olvida el conocimiento de las Ideas adquirido en una existencia anterior; pero, al percibir las cosas sensibles que son copias de ellas, recuerda el conocimiento olvidado. Platón explica de este modo la posibilidad de conocimiento independiente de la experiencia sensible. A su juicio, todo conocimiento es, en cierto modo, como una síntesis de sensación y reminiscencia, pues al percibir con los sentidos cualquier ser particular se entiende a la vez lo percibido, es decir, se conocen intelectualmente las Ideas. Este conocimiento no procede de la experiencia sensible, sino que es como el recuerdo de una Idea que se encontraba de algún modo en el alma misma.

 

 

 

1.7. La dialéctica y el amor

 

La dialéctica platónica es el método que permite el ascenso racional desde la multiplicidad de lo sensible hasta la cumbre del mundo de las Ideas, la Idea de Bien. Se trata de la ciencia suprema que tiene como objeto el conocimiento de las relaciones entre las Ideas, y que asciende y desciende por la escala jerárquica que constituyen. En este ascenso al mundo de las Ideas, afirma Platón en el Banquete, el alma es movida por el amor o impulso erótico (éros) hacia la contemplación de la Belleza en sí. Así, la belleza de los cuerpos bellos que se ajustan a sus modelos ideales conduce a la admiración por las almas bellas, que a su vez nos empujan al amor por                                                                                                                             las normas y las leyes bellas, desde el cual se pasa a amar la belleza de las ciencias, hasta que, tras haber ascendido por esta escala de objetos bellos, se alcanza la Belleza en sí, que es eterna, perfecta e inmutable. Por todo ello el conocimiento y la filosofía constituyen un proceso de catarsis o purificación en el que el alma se libera de lo corporal y lo sensible, y, como dice Platón, se prepara para la muerte.

 

 

2. LA IDEA DE HOMBRE –ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA y PSICOLOGÍA

 

2.1. El dualismo antropológico: alma y cuerpo

 

La división establecida por Platón entre el mundo sensible y el mundo inteligible se corresponde con su dualismo antropológico. En la filosofía platónica se concibe al ser humano como un compuesto de dos realidades: el cuerpo y el alma. El cuerpo es material y pertenece al mundo sensible; por el contrario, el alma es de naturaleza inmaterial y, aunque no es una Idea, es afín al mundo inteligible. La unión entre ambos es accidental y el cuerpo consiste más bien en una cárcel para el alma. No obstante, ésta es el principio que anima, mueve y gobierna al cuerpo, que por sí sólo es inanimado. Para explicar las razones por la cual el alma se encuentra presa en el cuerpo, Platón sugiere —al igual que el pitagorismo y el orfismo— que el alma vivía antes de unirse al cuerpo en contacto con el «lugar supraceleste» donde residen las Ideas y que, debido a alguna falta cometida, fue castigada a vincularse con un cuerpo.

 

 

2.2. La inmortalidad del alma

 

Además, mientras que el cuerpo es perecedero, el alma es inmortal. En el Fedón, Platón ofrece varios argumentos a favor de la inmortalidad del alma. Algunas razones con las que la defiende son la afinidad y semejanza del alma con las Ideas, su participación en la Idea de Vida, la necesidad de un premio y un castigo después de la muerte, y la reminiscencia. En relación con esta última prueba, ya esbozada en el Menón, Platón arguye que, si efectivamente conocer es recordar, entonces es necesaria la preexistencia del alma antes de su unión con el cuerpo; si el alma preexiste, es independiente del cuerpo; por ello, lo natural es que sobreviva a la muerte de éste, es decir, que el alma sea inmortal. La muerte es, pues, la separación del alma y del cuerpo, que, sin principio vital que lo anime, se disuelve mientras el alma sigue existiendo.

 

 

 

 

 

2.3. Las tres partes del alma

 

Según la psicología platónica, el alma consta de tres partes, entendidas como tres facultades distintas: la racional, la irascible y la concupiscible o apetitiva. A la parte racional, asociada a la cabeza, le corresponde conocer y guiar a las otras dos; la parte irascible, que reside en el pecho, consiste en el ánimo o fuerza de la voluntad; por último, la parte concupiscible, asociada al vientre, es la sede del deseo inferior o apetito sensible. Mientras que el alma concupiscible o apetitiva suele oponerse a la racional en su búsqueda de placer, el alma irascible, que obedece con mayor facilidad a la racional, es la fuerza gracias a la cual se puede resistir el deseo inferior y, por ejemplo, afrontar el dolor porque así lo manda la razón. En el Fedro, Platón describe la naturaleza tripartita del alma mediante el mito del carro alado: el cochero es la parte racional que, con la ayuda del caballo noble y bueno, símbolo de la parte irascible, debe dominar a la parte concupiscible representada por el caballo malo y rebelde.

 

 3. ÉTICA

 

3.1. La virtud

 

Esta relación entre las distintas partes del alma se halla vinculada en el pensamiento platónico con su ética y su teoría de la virtud. La teoría de las Ideas de Platón supone una negación del relativismo sofista, pues las Ideas existen en y por sí mismas, y, por tanto, son valores objetivos, cuyo conocimiento es necesario, aunque no suficiente, para la virtud (areté). Ésta consiste en que cada parte del alma cumpla adecuadamente su función. Así, la virtud de la parte racional es la sabiduría o prudencia, la de la parte irascible la fortaleza o valentía, y a la concupiscible le corresponde la templanza o moderación. La armonía y el orden entre las tres partes del alma es la justicia, es decir, que cada parte con la virtud que le es propia.

 

 

 

 

 

 

 

 

4. POLÍTICA

 

4.1. La estructura del Estado ideal: las clases sociales

 

Las teorías platónicas del alma y de la virtud se relacionan a su vez con su política, expuesta principalmente en la República. Platón considera que es necesario un Estado justo para que los ciudadanos sean virtuosos y felices, y que, por otra parte, sólo si los ciudadanos son virtuosos es posible que se dé la justicia en el Estado. Para establecer el Estado ideal o perfecto, Platón toma como punto de partida la correlación existente entre las partes del alma y las distintas clases sociales o tipos de humanidad que componen la sociedad. La parte racional predomina en los gobernantes, en los guardianes armados lo hace la facultad irascible y el elemento concupiscible prevalece en los productores, es decir, los artesanos, campesinos y comerciantes. La justicia consiste en que cada una de las clases sociales cumpla adecuadamente su función de acuerdo con su respectiva virtud: los gobernantes han de ser sabios y prudentes, los guardianes deben tener la virtud de la fortaleza o el valor y, por último, los productores tienen que poseer templanza. De esta forma todos colaboran para lograr el bien común.

 

 

4.2. El gobierno de los filósofos y su educación

 

Como los gobernantes deben tener la virtud de la sabiduría, Platón piensa que son los filósofos quienes han de gobernar. Sólo ellos conocen la Idea de Bien y la Idea de Justicia, conocimiento indispensable para discernir lo justo de lo injusto. Para ello establece detenidamente cuál debe ser su educación. Primero deben estudiar gimnasia y música, después matemáticas y finalmente la dialéctica, pues la sabiduría o prudencia no puede adquirirse más que investigando las Formas. Por otra parte, los gobernantes y los guardianes no han de poseer propiedad privada ni familia. Tampoco ha de hacerse ninguna diferencia entre varones y mujeres.

 

Sin embargo, en las Leyes, uno de sus diálogos de senectud, Platón sustituye el gobierno ideal de los filósofos por la primacía de las leyes y un modo de gobierno mixto.

 

4.3. Las formas de gobierno

 

Respecto a las formas de gobierno posibles, Platón sostiene que, a partir de la monarquía o aristocracia surgen las demás por un proceso de degeneración sucesiva. La monarquía o aristocracia es el gobierno de los mejores; en la timocracia predomina la clase militar, que con el tiempo se convierte en una oligarquía en la que una minoría rica gobierna en favor de sus intereses; contra ella surge la democracia o gobierno de la mayoría pobre que favorece la libertad, pero ante el desorden surge finalmente la tiranía. Ésta es la peor forma de gobierno, pues equivale al dominio de la parte concupiscible e irracional dentro del alma. Para evitar este modo de gobierno propone Platón su Estado ideal en el que, como en el mundo de las Ideas, sea imposible el continuo cambio y la degeneración, y en el que, como en el alma justa, la parte racional domine a la concupiscible.

Reglas básicas de la Pevau

La teoría de la Ideas de Platón

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Byung-Chul Han: 'La filosofía ha perdido por completo el poder de cambiar el mundo'. (bloghemia.com)

 

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